lunes, abril 09, 2007

Exaltation of the sombrero vueltiao

"Sombrero Vueltiao (spanish for twisted hat) is a traditional hat from Colombia and one of its symbols. It is made out of Gynerium sagittatum known locally as Caña Flecha a type of cane grown in the region. The word vueltiao is a Spanish regional slang from the northern Caribbean Region and its area surrounding the Magdalena river basin meaning twisted in English and was given due to the way the hat is made; beginning from the top twisting and sewing in a vortex manner. The quality of the hat is determined by the number of "laps" used and its bending flexibility. The more flexible, the better the hat is." (Taken from Wikipedia)



...or 'How can a sombrero vueltiao take over a barbecue party in Leiden'

miércoles, abril 04, 2007

Estadisticas de un expatriado amateur

Hoy es 4 de abril de 2007. Estoy cumpliendo 9334 dias de vida. Sin darme cuenta, poco a poco me he ido convirtiendo en un expatriado y hoy, al hojear mi pasaporte con curiosidad, los sellos y el desocupe me inspiraron algunas estadísticas:

- Hoy hace 1200 dias -o, si se prefiere, 3 años, 3 meses y 14 dias- dejé Colombia por primera vez, en la tarde del domingo 21 de Diciembre de 2003. Tenía poco mas de 22 años.
- Desde entonces, de esos 1200 dias, 783 (el 65.25%) los he vivido fuera de mi país.
- En total, sumando todo el tiempo que he pasado fuera desde entonces, he vivido en el extranjero por 2 años y 53 días, lo que representa alrededor del 8.4% del total de mi vida.

Ayer, entre otras cosas, se me ha ocurrido escribir una carta para mis descendientes, contándoles cómo es el mundo en la primavera de 2007. Quiero hacer varias copias que pasen de generación en generación (¿habré de enterrarlas?) , pero que nadie abra en 500 años. Solo en algún momento de la primavera de 2507 (¿existirá tal cosa llamada primavera?), una persona que lleve mi sangre abrirá la carta y con la curiosidad de un arqueólogo leerá línea a línea cómo yo veía el mundo a principios del siglo XXI.

viernes, marzo 23, 2007

Dialectica

Una conversación con mi entrañable Daniel Camilo en el msn. La primera palabra es de él:

- Si vio lo del satélite colombiano? Comente.
- Si señor. Al tal satélite lo he tenido en las manos varias veces. Bueno, la gente los ha criticado mucho, porque dicen que son unos astrónomos aficionados que cogieron un disenio prefabricado por ingenieros de la Universidad de Stanford, lo ensamblaron en la 72 y dicen que es el primer satélite colombiano. Yo estoy un poco en desacuerdo con esas críticas. Es verdad que son aficionados, y salieron de ASASAC, es verdad que el tal cubesat es una idea de los de la U de Stanford y que lo que ellos hicieron (los de la Segio) fue comprar el Kit, armarlo y pagarle a los rusos para que lancen el satélite. Pero...
el proyecto esta dirigido por un señor colombiano, PhD en Ingeniería Aeroespacial, que le hizo la propuesta a varias univeridades colombianas (incluyendo nuestra querida Nacho), y nadie aceptó. Los de la Segio se le midieron, y eso les da cierto mérito. Además, el control del satélite lo harén ellos desde Bogotá, y aunque el satélite no hace gran cosa (apenas mandar la información acerca de su propia temperatura y de sus voltajes y corrientes), eso al menos da una primera pauta. Ahora, que la gente confunda eso con investigación en astronomía es otra cosa, y que digan que esto para Colombia es como el primer viaje a la Luna para USA, ya me da risa.
- Muy bien, gracias. ¿Cómo se llama ? ¿Liberty?
- Eso es otra cosa: el nombre me parece ridiculísimo: Libertad I. En vez de ponerle Bochica I o una mierda así bien autóctona, salen con semejante gringada. Pero bueno... Cuando estuve en Bogotá los visité y me mostraron el satélite y me contaron todos los líos que tuvieron pa' mandar esa joda. Yo les abono el esfuerzo. Ahora, me preocupa que los pongan al nivel de Neil Armstrong, pero bueno, que se le va a hacer con la prensa ignorante que tenemos en Colombia?
- Jejejeje, en serio, además ese tipo de cosas parecen pre.requisito para que salga en el noticiero. No pueden informar a fondo sino a punta de códigos que ya están en el imaginario.
- Justamente, mi amigo. ¿Usted qué cree que hay que hacer pa cambiar el peridismo? Es como lo que le decía el otro día de la visita de Bush a Bogotá. Vicky Dávila parecía una placera alborotada en el patio de la Casa de Nariño, llamando a Bush con su ingles aprendido en Miami: ¨What about a short comment for the Colombian media, Mr. President, pleeeeaaaaseee!!!¨
- Jejeje
- Bush ni la miraba y después ella se dirigía al televidente, traduciendo su fracasado intento: Estamos tratando de hablar con el presidente Bush, pero el muy amablemente se ha negado.
- Pues creo que es cuestión de tener niveles de información. Lo malo es que entonces la mayoría escogería el nivel primario; por eso todos los problemas desembocan en la educación. Desde primaria
- A ver, explíquese.
- Mmm... pues es como si dieran varios noticieros uno científico , uno pilítico y uno de variedades. Algo así. Entonces la mayoría vería el de variedades porque el sistema educativo es débil y no moldea los intereses de los "espectadores".
- Ya, ya, entiendo.
- Pero entonces la solución es dar la información combinada , como pasa ahora en los noticieros . Pero eso combinado con lambonería política es una bomba.
- Perros! A por ellos! A ver, hay que hacer algo desde la Academia, despertar el interés de la gente en temas que vayan mas allá de la acogida internacional que tuvo Betty la Fea. Y no sólo en las Universidades, sino en todas partes. Daniel, usted cuando haga películas hágame el favor y le inculca a la gente el amor por la razón y el conocimiento. A ver si algun día salimos de este atolladero.
- Pues si: voy a hacer un paréntesis en la película, y sale alguien que habla a la cámara y hace reflexionar al público.
- Jaaaaaa. Tú si no cambias, mi amigo.

martes, marzo 06, 2007

¡Feliz Cumpleaños!


"Vele jaren later, staande voor het vuurpeloton, moest kolonel Aureliano Buendía denken aan die lang vervlogen middag, toen zijn vader hem meenam om kennis te maken met het ijs. Macondo was toen een dorp van twintig huizen, opgetrokken uit leem en riet aan de oever van een rivier vol doorschijnende wateren die zich hals over kop naar beneden stortten door een bedding van stenen, glad en wit en reusachtig als voorhistorische eieren. De wereld was nog zo jong dat vele dingen nog geen naam hadden en om ze te noemen, moest je ze aanwijzen met je vinger. Elk jaar, omstreeks de maand maart, zette een haveloze zigeunerfamilie bij het dorp zijn kennistent op en onder een luid kabaal van fluiten en trommels maakten ze dan de nieuwste uitvindingen bekend. Eerst brachten ze de magneet mee. Een zigeuner die zich aan het publiek voorstelde met de naam Melquíades - een dikke man met een woeste baard en handen als mussepootjes - gaf een schokkende demonstratie van wat hij zelf omschreef als het achtste wonder van de wijze alchemisten van Macedonië. Hij ging van huis tot huis en sleepte daarbij twee metalen staven met zich mee en iedereen zag tot zijn stomme verbazing hoe potten en pannen, tangen en stoven van hun plaats kwamen, hoe de planken kraakten onder de wanhopige pogingen van spijkers en schroeven om zich los te wrikken en hoe sinds lang vermiste voorwerpen opdoken op plaatsen waar men ze het meest had gezocht en zich in een rumoerige warboel achter de magische ijzers van Melquíades aan sleepten. 'De dingen leiden een eigen leven,' verklaarde de zigeuner met een raspend stemgeluid. 'Het komt er slechts op aan hun zielen op te wekken.'"

lunes, febrero 26, 2007

El español de aqui y el de alla.

Que quede claro de una buena vez: los colombianos no cenamos, sino comemos. No le hablamos a su móvil a nuestros amigos, sino los llamamos a su celular. No vivimos en pisos, sino en apartamentos. Tampoco ligamos con una chica: nos la cotizamos o nos la rumbeamos. Y por supuesto, aunque no lo acepten los más tenaces representantes del improperio internacional, cuando insultamos a alguien no le llamamos jilipollas, sino que le aplicamos un buen madrazo sazonado con una pizca de hijueputa y dos cucharadas de malparido gonorrea. Pero sobre todo, que quede claro lo más importante de todo: los colombainos no somos españoles, aunque vivamos en España con un DNI en regla, vayamos a los toros y bebamos sin escrúpulos tres vasos de sangría después de una paella valenciana humeante preparada con esmero para la comida. (¡La comida, no la cena!).

Yo personalmente estoy harto de escuchar el español transfigurado de aquellos de mis compatriotas que han ido a vivir en España, e incluso de aquellos que sólo han ido de vacaciones por unos cuantos meses: unos cuantos meses que apenas les alcanzaron para entrar al Museo del Prado, darse un paseillo por el Parque del Retiro, tomarse una foto en la Plaza de Cibeles o en la Sagrada Familia de Barcelona y tal vez comprar un recuerdito andaluz en la Alhambra majestuosa. Es molesto, o al menos lo es para mi, que soy un fanático acérrimo del hablar andino que usamos en el Valle de los Alcázares, escuchar a mis paisanos que regresan a Colombia con la dicción manoseada y las expresiones horribles de los españoles. ¿O es acaso soportable que un caleño que recién regresa de Madrid, donde ha ido a visitar a su primo, el que trabaja limpiando los baños en la estación de Atocha, salude a su madre en el aeropuerto con un sonoro "¡Ostias, mamá, que me has hecho falta, joder! ¡Venga, venga!, llamemos ahora mismo a Jeyson y Yair, que esta noche nos vamos de marcha para celebrar mi regreso"? No. Para mi no es soportable en lo absoluto. Y perdonen mi opinión intrasigente, pero es que yo no creo que en 3 meses le cambie la forma de hablar a ninguno.

Eso en cuanto a los turistas. Ahora, dirán los defensores del castellano peninsular que aquellos colombianos que han ido a vivir en España tienen una necesidad apremiante, casi instintiva, de amoldarse a los modismos y a la jerga local para lograr una mayor interacción con su nueva realidad. Pues yo sólo estoy parcialmente de acuerdo con tal afirmación. La gran mayoría de colombianos que han emigrado a la "Madre Patria" lo han hecho durante los últimos diez o quince años. Si bien es entendible que un guámbito que se fue de Colombia a los cinco años y que aún está en proceso de aprendizaje termine rápidamente por adoptar el acento español, no parece normal que una persona que ha vivido en Colombia por 30 o 40 años, es decir el doble o triple del tiempo que ha vivido en España, cambie por completo su acento sin esfuerzo alguno y casi de inmediato con el único propósito de sentirse un ciudadano del Primer Mundo. Si de integración se trata, pues intégrense a la cultura española con todo lo que implica ser colombianos, y apórtenle a los españoles nuevas cosas también, incluída la manera única y original como hablamos los que nacimos en el país del Sagrado Corazón. No se puede pedir, por supuesto, que tras vivir allí por algún tiempo la dicción no se vea en absoluto afectada. Pero de allí a pretender que todos han de mirarnos con respeto porque hablamos como madrileños de raca mandaca hay mucho trecho. ¿O a cuántos españoles residentes en Colombia han visto tratando de amoldarse a nuestras rancias expresiones idiomáticas, tales como: "¡marica, me tiré la pita de la cometa!" o "¡pa' las que sean, parce!"? A muy pocos, supongo yo.

Que no se entiendan estos párrafos críticos como una dosis innecesaria de nacionalismo. Lejos estoy de adoptar un patriotismo meloso y exagerado como el que se ha vuelto tan común en Colombia en los últimos años, luego de la llegada del mesías. Pero sí estoy convencido de que la interacción entre personas de orígenes diversos se hace más interesante cuando conservamos los elementos culturales que nos identifican como oriundos de un rincón particular del mundo. Que aburrido sería, por ejemplo, conocer a un estudiante senegalés que quisiera actuar como ejecutivo parisino a cada instante, en detrimento de su rica cultura africana. Por el bien de la diversidad cultural, pues, mis amigos, ¡hablemos como nos enseñaron nuestros taitas!

sábado, febrero 03, 2007

Un año en Leiden

Hace dos meses dejé aquí mi último regurjito de palabras, en aquella ocasión acerca de no sé que viajes que tengo planeados para el 2007. Al menos ya cumplí con uno que en aquél post no mencioné: el viaje de regreso a la semilla, a la Bogotá querida y remota, colgada allá en ese cerro andino de donde cuatrocientos sesenta y nueve años de trajín no han logrado sacarla. La vi bonita, como siempre, con sus cosas agradables y sus cosas malas, sus cerros verdes y sus ladrones irredimibles. Y la sigo queriendo, sobre todo porque ella también me quiere a mí y me regaló 30 días inolvidables de un sol espléndido y de noches divertidas de ron, aguardiente, cerveza y Darlin. A mi familia y amigos en el Valle de los Alcázares, un agradecimiento infinito.

Un onomástico más; se cumple hoy un año desde mi llegada a esta ciudad de Leiden -Lugdunum Batavorum, habría dicho un romano imperial. Trescientos sesenta y cinco días se han sucedido a una velocidad increíble desde que en aquella madrugada del 3 de febrero de 2006 me bajé de un tren rápido que me trajo del aeropuerto de Ámsterdam y puse por primera vez el pie en esta villa donde ahora tengo una vida mía y sólo mía, quién lo creyera. Desde entonces he adquirido cuarenta y siete nuevos amigos, pasado cinco exámenes, vistado cuatro nuevos países, leído cinco libros, caído dos veces en las deliciosas telarañas del amor y cocinado doscientas ocho veces por mi cuenta, la mitad de las cuales han resultado en una catástrofe culinaria. También he aprendido un poco de holandés, un poco de relatividad general y mucho de comportamiento humano. He descubierto, por ejemplo, que puedo controlar mi propia ira como antes no lo hacía tan sólo pensando en cómo me veo desde afuera y que a la gente le gusta mucho que la abracen pero nunca lo piden. También he intuído, tras un cuidadoso análisis, que los holandeses son poco racistas en relación con otros europeos, pero que la razón por la cual no lo son, es porque en realidad los extranjeros les importamos un carajo, en el buen sentido de la expresión: nuestra existencia ni les quita ni les pone mientras no interfiera con su agenda de citas inaplazables y tiempos exactos. Pero son buenas personas, y cuando te aprecian te ayudan y te dicen las cosas así, tal como son.

Conocí las delicias mediterráneas del uzo y la grappa e inmolé sin piedad mi ferrea voluntad, dejándola en algunas ocasiones a merced de las veleidades de los space-cakes y los coffeshops. Vi a los ricos y a los pobres de Colombia tomando cerveza en la misma mesa de un bar holandés y conocí a quien por primera vez detectó un planeta en un sistema estelar que no es el nuestro. Vi a Uribe reelegido ante la impotencia de quienes creemos en la fuerza de la razón y no de las armas y la indiferencia de millones de personas que celebraban la reinauguración de su ídolo dicharachero y bravucón. Por poco me escapé de la bomba de ETA en el aeropuerto de Barajas y celebré en el centro de Berlín el campeonato mundial de Italia en la Copa Mundo de Alemania. Visité la tumba de Molière, la de Morrison y la de todos los reyes de Francia, desde Dagoberto I hasta Luis XVIII. Me subí a cuanto edificio alto encontré en mi camino, desde la torre Eiffel hasta el Euromast de Rotterdam y permití que desde mi cuarto en Smaragdlaan se lanzara una aspiradora hacia el vacío, en perjucio de los graciosos patos que apenas despertaban en el prado junto al canal de abjo. Me llené de imágenes con la pinturas de Rembradnt, Vermeer, Dalí y Picasso, reencontré viejos amigos y fui, debo confesarlo, ingrato con otros. Me indigné con las muertes violentas en Bagdad, en Jamundí y en muchos otros lugares y me he comenzado a inquietar, como el mundo entero, con el calentamiento global y la gripe aviar.

Pero ante todo, me dí cuenta de cuánto quiero a mi familia, a mis amigos y a mi país, de cuánto los extraño y de cuánto quiero hacer por ellos; y aquí dejo testimonio de ello.