La estrella KIC 8462852 se encuentra más de 1400 años luz, en la constelación del Cisne |
A pocas semanas de que se cumplan 20 años del descubrimiento del primer planeta extrasolar alrededor de una estrella común, los titulares científicos del mundo se sacuden de nuevo con el anuncio de un hallazgo que no por mediático deja de ser fascinante. Un grupo de astrónomos y curiosos que participan el proyecto Planet Hunter -una iniciativa de ciencia ciudadana cuya misión es analizar los copiosos datos producidos por el telescopio espacial Kepler- reportan la existencia de KIC 8462852, una estrella ligeramente más masiva y caliente que el Sol, localizada a más de 1400 años luz de distancia en la constelación del Cisne, cuyas características la han hecho presa fácil de curiosos científicos, pero también de entusiastas de la ciencia ficción y la búsqueda de civilizaciones extraterrestres. Cuando un descubrimiento de este tipo logra el encanto mediático que ha suscitado KIC 8462852, es difícil separar la especulación y las imprecisiones de los datos científicos reales, y por eso creo que vale la pena aclarar de qué se trata el descubrimiento y por qué es relevante.
El observatorio Kepler es un telescopio espacial diseñado por NASA que durante cuatro años se dio a la tarea de observar una región particular del cielo y medir las variaciones de luz de cerca de 150 mil estrellas. El objetivo principal de la misión es detectar cambios periódicos en el brillo dichas estrellas, y evaluar si éstos son compatibles con los pequeños eclipses que produciría un planeta al pasar frente a su estrella. Las variaciones de brillo resultantes pueden ser tan pequeñas como una diezmilésima parte del brillo total de la estrella, y si suceden de manera periódica y con los parámetros adecuados, los astrónomos pueden inferir con casi total certeza si en efecto la causa es un planeta orbitando alrededor de la estrella en cuestión. Incluso pueden deducir el tamaño y la densidad de dicho planeta a partir de los datos obtenidos. Puesto que Kepler observó tantas estrellas simultáneamente, y puesto que las variaciones de la luz pueden ser muy sutiles, los mejores computadores existentes en la actualidad no son suficientes para analizar todos los datos. Por eso existe Planet Hunters, una iniciativa en la cual personas de todo el mundo (astrónomos o no) pueden obtener los datos de Kepler, bajarlos a sus computadores personales, y buscar ellas mismas las variaciones de luz en las estrellas, convirtiéndose en el proceso en descubridores de nuevos mundos.
Fue así como KIC 8462852 captó la atención de varios científicos ciudadanos, quienes se sorprendieron con su peculiar curva de luz (la curva que describe las variaciones de brillo como función del tiempo), pues notaron que en lugar de ser orbitada por un sólo planeta, esta estrella parece tener a su alrededor un raro e inhomogéneo grupo de objetos de diferentes tamaños que tardan entre 5 y 80 días en cruzar frente a su superficie, produciendo un complejo patrón en la curva de luz que no se observa en ninguna otra estrella. Es allí donde terminan los datos y comienza el análisis y la especulación científica. Los profesionales que analizaron los datos de esta estrella los confrontaron con diferentes hipótesis que podrían explicar el peculiar comportamiento de la curva de luz. Aquí están algunas de las posibilidades astrofísicas consideradas por los expertos: variación intrínseca en la luz de la estrella debida a pulsaciones internas, errores instrumentales, estructuras de polvo alrededor de la estrella -producto de su proceso de formación- e incluso la fragmentación de un cometa debido a la gravedad de la estrella, lo cual habría resultado en una colección de rocas irregulares en órbita alrededor de la misma. Debido a la edad y características de KIC 8462852, la mayoría de estas hipótesis parecen poco probables, y sólo la última de ellas tiene visos de plausibilidad. Aún así, sería una gran coincidencia que Kepler observara esta estrella justo en medio de un fenómeno raro y de relativa corta duración como la fragmentación de un cometa.
Hasta allí el artículo científico. Lo que viene después entra en el terreno de lo que algunos llamarían ciencia ficción, aún cuando varios investigadores e institutos se han aventurado a proponer explicaciones diferentes, y se han embarcado en una odisea científica para intentar descifrar si lo que observamos en KIC 8462852 está por fuera de lo que podríamos catalogar como "natural". Lo primero que tengo que decir al respecto es que, como con cada hallazgo científico que implique un reto de interpretación, se deben agotar todas las explicaciones naturales disponibles antes de aventurarse con demasiado entusiasmo en caminos peligrosos que se salgan del molde de lo establecido. No porque intentar explicaciones novedosas vaya en contra del método científico, sino por la fidelidad que le debemos al famoso principio de Occam, que ha comprobado su utilidad en repetidas ocasiones. Lo que quiero decir es que por ahora deberíamos quedarnos con la explicación del cometa fragmentado, hasta que pruebas más contundentes nos indiquen que nos encontramos frente a algo inédito. Lo cual no nos impide, por supuesto, considerar aquí esas otras posibilidades.
Las peculiares curvas de luz de la estrella KIC 8462852. Tomado del artículo publicado en astro-ph por Boyajian et al. |
La curva de luz típica producida por el tránsito de un único planeta extrasolar. Crédito: Bruce L. Gary. |
Una civilización extraterrestre lo suficientemente avanzada podría estar en capacidad de construir estructuras a gran escala que orbiten su estrella y que sean detectables con nuestros telescopios modernos. Las motivaciones que podrían tener para hacerlo son diversas, al menos las que alcanzamos a imaginar desde nuestra modesta posición como seres inferiores: recolección de la energía estelar por medio de un sistema de "paneles solares", complejos laboratorios espaciales (versiones gigantes de nuestra estación espacial internacional), lanzaderas espaciales en órbita, o incluso proyectos de urbanización circumestelar en caso de excesos poblacionales. Comúnmente conocidas como esferas de Dyson, aunque no siempre sean esferas, estas estructuras son una de los jugosos huesos que los sabuesos de la búsqueda de vida interplanetaria andan buscando afanosamente. No es sorprendente, por lo tanto, que las característcas peculiares de KIC 8462852 hayan despertado las esperanzas de los cazadores de esferas de Dyson. La posibilidad de que este sistema sea el hogar de una civilización avanzada que ha construido una estructura alrededor de su estrella está sobre la mesa, y hay quienes están dispuestos a comprobarlo.
La confirmación requerirá más observaciones, y ya hay grupos de astrónomos trabajando en la idea de apuntar radio telescopios hacia esta lejana estrella de tipo espectral F con la esperanza (¿o el temor?) de detectar señales artificiales, producto de la actividad tecnológica de esta hipotética civilización de ingenieros. No dudo que obtendrán el tiempo de telescopio necesario para este propósito, porque aunque reine una escepticismo saludable entre los astrónomos, la posibilidad de descubrir la primera civilización extrasolar bien vale unas cuantas horas de observación. Es posible también que dichas observaciones detalladas revelen que en efecto se trata de un sistema natural rodeado por rocas heladas producto de la fragmentación de un cometa. Cualquiera que sea el resultado de la investigación, el descubrimiento nos confronta de nuevo a los límites de nuestra tecnología, y nos tienta a cuestionarnos si pasará demasiado tiempo antes de que perdamos nuestro lugar de privilegio en la inmensidad silenciosa de la galaxia.
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