viernes, diciembre 10, 2010

Peligros Esotéricos

En un país con la pobreza, el desemplo, la injusticia y los demás desastres políticos, económicos y climáticos que tiene Colombia, lo último que necesitamos es charlatanes que terminen de confundir al pobre y de engañar al ingenuo. Si hay algo peor que todos los problemas sociales de la Nación juntos, es la viveza de algunos que, soportados en la ingenuidad de un pueblo al que se prefiere mantener ignorante, se lucran con basura metafísica y religiosa a costa de los salarios ya miserables de la población más vulnerable. Y lo que es peor: a expensas de sus esperanzas en una vida mejor.

Ayer, hacia las 10:30 p.m., cuando sintonizaba Radio Super en internet para ver si José Obdulio iba a decir algo creíble sobre su papel en el asunto aquel de las chuzadas, me encontré en cambio con un programa cuyo nombre no recuerdo, pero que hablaba de las bondades de los arcángeles y de cómo el arcángel San Miguel y San Uriel y San Tropel podían ayudar a los colombianos en sus penurias económicas y sentimentales. Dos individuos de mal hablar y que se llamaban "hermanitos" entre ellos recibían las llamadas de personas anónimas que casi al borde del llanto les hablaban de su pobreza, de su falta de compañía y de su mala vida, y les rogaban: "hermanitos, díganme cuál es mi arángel protector".

Los "hermanitos" no sólo les decían que sus peticiones serían enviadas con prontitud a Jerusalén para ser escuchadas directamente por Dios, sino que además los invitaban a su local en Chapinero, un pseudo-templo esotérico llamado el Sagrado Tabernáculo Angelical, nombre basado en una leyenda de un monje jerosolimitano a quien el arcángel San Miguel le ordenó pintar cuadros reproduciendo a cada uno de los siete arcángeles.

Allá en el local les venderían por 70 mil pesos, un paquete navideño que incluía toda suerte de pócimas para mejorar el destino y sosegar los tormentos del alma. Decían ellos que tenían muy pocos, que la gente debería llamar a reservarlos antes de que se agotaran.

Las personas que llaman a estos programas radiales no son precisamente las mejor acomodadas en nuestra sociedad. Al contrario, son las más vulnerables y es una obligación nuestra protegerlos, y en general proteger a la sociedad en su totalidad, de las promesas miserables que les hacen creer que las pócimas esotéricas de semejantes charlatanes van a sacarlos del profundo agujero en el que la negligencia de nuestras instituciones los tiene sumidos.

La gente tiene derecho a creer en algo. Pero también tiene derecho a que se protejan sus derechos como consumidores, como ciudadanos y como personas racionales. Si algo permite que sea fácil que personas como José Obdulio Gaviria lleguen a las cimas del poder en un país ignorante y pobre, es el estado de mente que algunas instituciones espirituales crean en los electores, que le venden su alma a un chamán por un paquete esotérico navideño.

viernes, diciembre 03, 2010

Del Arsénico y Otros Demonios (para El Gran Pum)

Crédito imágen: NASA

Tras el anuncio hecho ayer por la agencia espacial estadounidense (NASA) acerca del descubrimiento de un nuevo tipo de vida, las reacciones han sido diversas y justificadas. El gran despliegue mediático de la esperada rueda de prensa y la rápida difusión de la noticia a través de internet dio pie a todo tipo de especulaciones acerca de la naturaleza del descubrimiento. Muchos llegaron a creer que NASA anunciaría el descubrimiento de vida fuera de nuestro planeta, mientras que otros se
mantuvieron moderadamente escépticos. Ahora que el anuncio ha sido revelado, y que disponemos de todos los elementos de juicio, vale la pena tomarle las medidas al descubrimiento. En esta contribución a El Gran Pum quiero contarles cómo vemos los astrónomos (creo) el anuncio hecho ayer en Washington.

Un grupo multidisciplinario de científicos que incluye biólogos, geólogos y ecólogos descubrió una bacteria (GFAJ-1) que habita en el lago de Mono, California y que tiene la capacidad de usar el elemento químico Arsénico para construir los componentes básicos de su bioquímica, tales como ácidos nucléicos y proteínas. El hallazgo no fue casual. El grupo liderado por Felisa Wolfe-Simon, del U.S Geologica Survey, se enfocó en este lago californiano justamente porque se sabía de sus altas concentraciones de Arsénico. Hasta ahí el descubrimiento no suena muy espectacular, pero tal vez la percepción cambie si lo ponemos en el contexto de lo que hasta ahora sabíamos sobre la vida.

Todas las formas de vida que conocíamos hasta ayer, sin excepción, están constituídas por seis elementos básicos: Carbono, Oxígeno, Nitrógeno, Hidrógeno, Fósforo y Azufre. A pesar de la gran diversidad de seres vivos en la biósfera terrestre, desde las más simples algas hasta la complejidad de nuestro cuerpo humano, pasando por los llamados extremófilos, organismos simples que habitan en lugares de condiciones no muy amigables, todos estos organismos se ciñen estrictamente a la bioquímica basada en estos seis elementos. Si bien se había postulado la existencia de formas de vida cuya química fuera diferente, hasta ayer esa posibilidad era todavía materia de la ciencia ficción. Pero ahora aparece esta pequenña bacteria, cuyo tamaño es de la milésima parte de un milímetro, que es capaz de construir su ADN y reproducirse reemplazando el Fósforo de su química por Arsénico. Este no es, desde mi punto de vista, un descubrimiento menor. Significa que la definición de vida que hemos estado usando acaba de cambiar radicalmente. Otras formas de vida son posibles.

¿Por qué impacta este hecho la búsqueda de vida fuera de la Tierra? Todos los elementos químicos a excepción del Hidrógeno y el Helio se formaron en las reacciones termonucleares que tienen lugar en el interior de las estrellas y en las violentas explosiones con que las más masivas de estas estrellas terminan sus vidas, produciendo la riqueza química de nuestra tabla periódica, cons sus 114 elementos. Los planetas, que son producto también del ciclo de vida de una estrella, estan construídos con estos
elementos. Si la riqueza química del Universo es de ésta magnitud, ¿por qué tiene la vida que limitarse al uso de seis elementos? Si bien esta nos puede parecer una pregunta totalmente lógica, antes de la bacteria del lago Mono teníamos que resignarnos a aceptar los hechos: el único tipo de vida de que teníamos noticia usaba esa reducida cantidad de ingredientes. Y puesto que ese era nuestro ejemplo solitario de vida posible, los esfuerzos para encontrar vida en otros lugares del Universo se habían limitado a los lugares donde estos elementos son abundantes. Sin embargo, el descubrimiento de ayer implica que la vida es más creativa de lo que pensamos, y que ahora podemos buscarla en lugares mucho más exóticos sin el temor de estar pidiéndole peras al olmo.

Es además un momento emocionante para este descubrimiento, porque al tiempo que descubrimos nueva vida, tambien estamos descubriendo nuevos mundos donde buscarla. El número de planetas que han sido descubiertos orbitando otras estrellas ya sobrepasa los 500, y recientemente, en un hallazgo que ha tenido menos bombos y platillos que la bacteria californiana, se ha caracterizado la atmósfera de un planeta extrasolar sólo unas cuántas veces más masivo que nuestra Tierra, orbitando una estrella a 40 años luz de distancia. Una de las posibilidades es que la atmósfera de esta super-Tierra este constituída principalmente por vapor de agua. Otra posibilidad es que esté constituída de Hidrógeno, con altas nubes opacas que cubran la mayor parte del planeta. En cualquier caso, este es sólo un ejemplo de esos mundos extraños donde ahora mismo otras bacterias, ignotas y fascinantes, puedes estar esperando a ser descubiertas.

Más info:
http://www.sciencemag.org/content/early/2010/12/01/science.1197258.abstract#aff-1
http://www.eso.org/public/news/eso1047/

viernes, marzo 12, 2010

LA FORMACIÓN DE SISTEMAS PLANETARIOS: TEORÍA Y OBSERVACIONES


(Por: J. R, Martinez Galarza. Publicado en la revista "Colombia: Ciencia y Tecnologia, 2007")

El proceso de formación de otros sistemas solares es sin lugar a dudas una de las áreas de estudio más fascinantes de la astronomía moderna. En los años recientes, soportados en observaciones llevadas a cabo con telescopios puestos en el espacio, los astrónomos del mundo entero se han embarcado en una nueva etapa de la travesía científica que se inició en la Antigüedad griega con las ideas de Epicuro (341 – 270 a.C.), quien en su carta a Heródoto sugirió que “existe un número infinito de mundos, algunos parecidos a este, otros distintos” [1]. En este artículo pretendo describir el estado actual de nuestro conocimiento sobre el proceso de formación de sistemas planetarios con una pequeña mención al aporte que la última generación de telescopios espaciales ha hecho a esta rama particular de la astronomía, íntimamente ligada al estudio de nuestros propios orígenes. Cómo pueden los investigadores e instituciones colombianas, en mi opinión, tomar parte en éstos nuevos descubrimientos ocupa la parte final de este escrito.

El surgimiento de planetas en un sistema estelar determinado esta relacionado de manera directa con el nacimiento de las fuentes de energía y luz que los sustentan: las estrellas mismas. Desde 1995, cuando Michel Mayor y Didier Queloz reportaron desde Ginebra el descubrimiento del primer planeta extrasolar1 alrededor de una estrella de tipo solar [2], cerca de 200 nuevos mundos han sido detectados, la mayoria de ellos orbitando soles similares al nuestro, aunque con órbitas muy diferentes a las que determinan el movimiento de nuestros hermanos planetarios y de nuestra propia Tierra. Tal vez el más interesante de estos descubrimientos es la reciente detección de un planeta rocoso a 20 años luz de distancia con tan sólo cinco veces la masa de la Tierra, el más pequeño reportado hasta el momento, cuya temperatura superficial está entre los 0 y los 40 grados centígrados, lo que lo hace un mundo muy propicio para albergar agua líquida y posiblemente, vida. [3]. De las muchas diferencias que hemos encontrado entre aquellos sistemas estelares y el nuestro, las más impactantes tienen que ver con las órbitas altamente elongadas que se han observado en la mayor parte de estos exoplanetas y con la existencia de los llamados “Júpiteres Calientes”, planetas gigantes gaseosos cuya proximidad a su estrella nos ha hecho dudar de las teorías clásicas en formación estelar y planetaria. Si estudiamos con cuidado las observaciones, empieza a parecer evidente que la configuración final de un sistema planetario se logra tras un complejo proceso de acreción de material por parte de la estrella y de interacción de los planetas primitivos con el disco de polvo y gas del cual se formaron.

Al interior de una galaxia espiral ordinaria, las procesos que gobiernan el surgimiento de nuevos soles tienen que ver principalmente con la gravedad y la dinámica de gases. Fenómenos espontáneos como la turbulencia propia del gas y el polvo que llenan el espacio entre las estrellas, o inducidos, como la explosión de supernovas y la expansión de regiones HII, dan lugar a la creación de densas nubes formadas principalmente por hidrógeno molecular (H2) que se extienden por unos cuantos años luz y cuyas densidades son del orden de 1000 partículas por centímetro cúbico2. Al interior de estas nubes moleculares, aglomeraciones más pequeñas con densidades típicas de entre 10 mil y un millón de partículas por centímetro cúbico son el primer embrión de lo que en escalas de tiempo de 10 millones de años se convertirá en una nueva estrella de baja masa, similar al Sol 3. El colapso gravitacional de estos cúmulos sucede en varios estadios: la rotación del conjunto conduce a la formación de un disco circumestelar inmerso en una envoltura gaseosa en donde el material más pesado (i.e., granos de polvo, etc.) tiende a sedimentarse hacia el plano del disco. La envoltura gaseosa es acretada hacia la protoestrella y hacia el disco a medida que el momento angular es transportado hacia las regiones exteriores del mismo. Una vez la acreción cesa, el resultado es una estrella joven con un disco de polvo y gas –denominado disco protoplanetario- cuya evolución es dominada por el campo magnético de la estrella y la turbulencia, en lo que llamamos una estrella tipo T-Tauri.

A partir de ese momento, el éxito o fracaso de un potencial sistema planetario dependerá del balance entre varios procesos que tienden a dispersar el disco y la capacidad de los planetas para formarse mientras haya material suficiente en las inmediaciones de la estrella. En la actualidad persiste un interesante debate entre dos puntos de vista a propósito de la formación de planetas gigantes gaseosos. Una de las teorías aboga por un proceso de formación rápido a partir de inestabilidades gravitacionales en el disco que harían colapsar una porción del gas para formar un planeta gigante en escalas de tiempo de 100 mil a un millón de años. De acuerdo con este modelo, la presión interna del nuevo planeta se encargaría de formar un núcleo rocoso a partir de los compuestos menos volátiles. Los contradictores de esta teoría argumentan que para lograr la formación de un planeta del tamaño de Júpiter, la teoría de inestabilidad gravitacional requiere de discos cuyas masas estan muy por encima de las masas de los discos protoplanetarios observados hasta el momento. Además, no es muy claro cómo este mecanismo conduciría a la formación de planetas pequeños y rocosos como la Tierra.

Por otro lado, una mayoría cada vez más grande considera más plausible la formación inicial de núcleos rocosos de entre 10 y 15 masas terrestres que acretan gas del disco para procurarse una densa atmósfera propia. El viento estelar o la rápida dispersión del disco dejarían a algunos de estos núcleos (i.e., los planetas terrestres) sin posibilidades de acumular grandes cantidades de gas. Uno de los puntos débiles de esta segunda teoría es lo ineficaces que han resultado los modelos para explicar la formación de los núcleos rocosos primigenios. Sea cual sea la teoría que termine imponiéndose, deberá incluír también un mecanismo que ha adquirido relevancia en los últimos años para explicar la existencia de “Júpiteres Calientes” y las características de nuestro propio Sistema Solar. Me refiero a la migración planetaria, que consiste en el movimiento radial de los planetas en proceso de formación como producto de su interacción con el disco. Adicionalmente, es importante mencionar que a lo largo de todo este procedimiento varios tipos de reacciones químicas tienen lugar a causa de la constante irradiación del gas por parte de la luz de la estrella y de la interacción de pequeñas moléculas en la superficie de los granos de polvo1. Los compuestos finales serán incorporados a los planetas recientemente formados. El resultado del proceso es un sistema planetario como el nuestro.

No todo se queda en la teoría. La impresionante sensitividad de los telescopios modernos ha permitido a los astrónomos corroborar o refutar sus predicciones en cada uno de los estadios de la formación estelar descritos anteriormente. Los radiotelescopios en tierra observan la radiación producida por cambios en la energía rotacional de las moléculas que conforman las densas nubes de gas donde la historia empieza, y permiten la elaboración de extensos mapas que revelan las condiciones físicas y químicas de estas regiones. Las cámaras instaladas en el telescopio espacial Hubble han revelado la presencia de discos protoplanetarios tan densos que opacan por completo la luz del gas ionizado localizado detrás de ellos y el telescopio espacial Spitzer ha detectado la luz infrarroja emitida por los granos de polvo presentes en los discos que rodean a las estrellas T-Tauri. Una nueva generación de telescopios que será puesta en el espacio en el transcurso de la próxima década, incluyendo el Buscador de Planetas Terrestres (TPF, por sus siglas en inglés) o la Misión Interferométrica Espacial (SIM) estudiará por primera vez la luz reflejada en las nubes y superficies de mundos lejanos que hasta el momento sólo han sido detectados indirectamente, y entonces podremos empezar a buscar señales inequívocas de actividad biológica en otros lugares de la Vía Láctea.

El fascinante mecanismo a través del cual las estrellas y los planetas se forman es un área de las ciencias astronómicas en que Colombia podría hacer algunos aportes significativos en los próximos años. Es además un campo muy propicio para la creación de un nuevo programa de doctorado en astrofísica en el país. La receta es muy sencilla: necesitamos investigadores, datos y retroalimetación por parte de la comunidad científica internacional. Hoy en día los datos pueden ser obtenidos con telescopios internacionales que tienen cierta cantidad de tiempo de observación reservada para astrónomos de cualquier nacionalidad, cuyo único requisito es tener buenas ideas. De otro lado, contamos con varios científicos y estudiantes graduados colombianos haciendo investigación en este campo en prestigiosas instituciones del mundo. Ayudar a crear un ambiente de investigación propicio para que ellos y otros astrónomos tengan la opción de hacer su ciencia desde Colombia debe ser una de las tareas de la recientemente creada Comisión Colombiana del Espacio, en su objetivo de optimizar la contribución de las ciencias espaciales al desarrollo social, económico y cultural del país.

En un contexto más general, para una nación que inicia apenas su exploración pacífica del espacio, hacer investigación en astronomía tiene una motivación muy pragmática: una cercana interacción entre astrónomos e ingenieros es indispensable cuando sea necesario formular programas y desarrollar satélites con propósitos específicos. Adicionalmente, en un momento en que el calentamiento global ha adquirido las dimensiones políticas que estamos presenciando, obtener conocimiento que permita poner a nuestra Tierra en un contexto ambiental más amplio significará una ventaja al momento de participar en el desarrollo de alternativas de sostenimiento climático. Colombia tiene ahora la oportunidad de tomar parte en una aventura científica con dos mil años de historia. No podemos desaprovecharla.

martes, febrero 23, 2010

Diatriba contra Sion

No reconozco la autoridad moral de un Gobierno que bajo el uso de la fuerza ha hecho todo lo posible para incumplir los acuerdos por él mismo firmados. No reconozco la autoridad moral de un Gobierno que ha engañado a sus propios ciudadanos para conseguir objetivos políticos claros en perjuicio de aquellos con quienes bajo la mirada complaciente de la prensa Occidental ha estado negociando la paz por los últimos 40 años. No reconozco la autoridad moral de un Gobierno que ha denunciado por todos los medios posibles su propia persecución y exterminio en la eras oscuras de la Guerra Mundial, y que sin embargo, con una doble moral abusiva que más que sangre fría requiere verdadera maldad, aplica métodos semejantes en la actualidad para deshacerse de aquellos a quienes consideran ilegítimos en inferiores. No reconozco al Gobierno de Israel. No le reconozco la autoridad moral de la cual se ufana en los foros internacionales para justificar cada una de las barbaridades que suceden en los territorios ocupados de Palestina. No reconozco la autoridad que reclaman para construir ghettos, autopistas y muros infames en los territorios que tal como registran los acuerdos que han firmado, pertenecen al pueblo Palestino, pero que permanecen judíos en lo más profundo de sus ideologías retrógradas e intolerantes. Y no creo que nadie con el más mínimo sentido de justicia deba reconocerlo.

Defiendo, por supuesto, el derecho de Israel a un territorio y a una Nación. Defiendo su derecho a evitar ataques injustificados de la otra parte y repudio con la misma vehemencia con que ellos lo hacen la violencia de aquellos quienes desde la esquina opuesta del extremismo ideológico y religioso, lanzan ataques injustificados contra su integridad y contra lo que se ha firmado en el pasado. Pero un extremismo no justifica otro. En la política, y en las relaciones entre pueblos y sociedades, lo opuesto del negro no es necesariamente el blanco. No por oponerse al fundamentalísimo islámico que sale en defensa del pueblo palestino son los fundamentalistas judíos que sueñan con una Sion libre de árabes una mejor opción. Al contrario, la increíble superioridad del Estado judío en términos militares y tecnológicos debería ser una garantía de reacciones moderadas y diplomáticas, y no de crueles y miserables ataques -no sólo por las vías de hecho, sino también de manera mediática e ideológica- contra la población civil palestina cada vez que un puñado de desorientados musulmanes usa la violencia para provocar a sus contrarios. Exijo el retiro de Israel de los asentamientos en el Banco Occidental. Exijo el respeto a los acuerdos de Oslo. Exijo justicia, la única manera de alcanzar la paz, no solo en Oriente Medio, sino en el mundo entero.

El fin de semana alguien que asiste asiduamente a una iglesia cristiana me decía que allí les enseñan a orar por todo el mundo con igual intensidad y fervor. En particular, a orar tanto por los israelíes como por los palestinos. Me decía también, en confidencia, que en el fondo queda la impresión de que la iglesia apoya al pueblo de Israel, el pueblo escogido por Dios. Yo me pregunto para qué carajos los escogió Dios, si es que el Dios omnipotente de los judíos tiene acaso el interés de escoger a alguien. ¿Para traer sangre y miseria a un pueblo Palestino que, como ellos mismos, había ya soportado por cinco siglos de dominio Otomano las penurias de la imposición? ¿Para acallar con demostraciones irracionales de fuerza cualquier voz que se atreva a apoyar el derecho de los palestinos a un Estado digno? ¿O para amar al prójimo, como proclamaba ese judío ejemplar y falso Mesías que se llamaba Jesús de Nazareth? Sé que la mayoría de los ciudadanos de Israel, gentes justas y gentes de bien, preferirían esto último. Pero sus líderes parecen creer que Dios tal vez los escogió para demostrarnos una vez más que la justicia es el precio que debemos pagar todos para mantener en cada rincón del orbe un sistema democrático e igualitario como aquel que rige al maravilloso Gobierno de Israel.