La oficina de prensa de la Presidencia de la República acaba de elaborar un "Manual de Redacción", para instruír a los periodistas con quienes colabora acerca de cómo deben ser escritas las noticias, reportajes, entrevistas y demás notas periodísticas relacionadas con la persona presidencial y la vida en Palacio. Puesto que Colombia ha sido siempre una nación cuya única fuente de noticias es precisamente el presidente de la República (si se paró, si se sentó, si tiene gripita, si está bravito), este manual promete convertirse en la guía última del periodisto colombiano. Entre otras cosas, esta joya de la redacción recomienda que la palabra "patria" sea escrita con mayúscula cuando se refiera a esa querida Colombia en donde el derramamiento de sangre continúa siendo, fiel al estilo periodístico de la Casa de Nariño, mayúsculo. También sugiere, al parecer, que la sigla FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) se escriba con todos sus caracteres en minúscula, en un épico esfuerzo por reducir al enemigo gramaticalmente, como seguramente lo están haciendo militarmente.
El Gobierno parece a tal grado interesado en las buenas maneras literarias de quienes ejercen ese que García Márquez calificó como el oficio más bonito del mundo, que, no contento con repartir el manual entre los comunicadores que a diario acuden a Palacio y se dejan escrutar hasta debajo de la piel para poder entrevistar a Uribe y su corte, también lo ha empezado a obsequiar, sin ninguna mala intención, en las facultades de comunicación de las principales universidades. Cuán orgullosos estarán en sus tumbas todos aquellos próceres de la lengua, de Cervantes para abajo, de ver hasta qué punto los Gobiernos se han interesado en la educación de los pueblos. Y cuán ciegos aquellos que ven en este desinteresado intento de nuestro gran líder por enseñarnos a escribir una maquiavélica jugada de guerra propagandística y doctrinaria. No señores, por favor, los jóvenes comunicadores de la Patria reciben con regocijo este pequeño librito, al lado del cual el Manual de Redacción de El Tiempo queda reducido a cenizas, y no se atreven a pensar que las cuidadosamente estudiadas recomendaciones vengan embarradas de contenido político.
Los europeos, y en especial los alemanes en medio de su ceguera progresista, critican ésta nueva biblia del redactor e insisten en que no es justo que se traten de imponer reglas de juego doctrinarias en un país que con la frente en alto mantiene el quinto puesto entre las naciones con más represalias contra la prensa, según las Naciones Unidas. Y los comunistas colombianos (o antiuribistas, que según el nuevo manual es sinónimo de comunistas y de guerrilleros), apátridas (o aPátridas, si se quiere), les hacen eco: "Nada peor para el progreso de los pueblos y la paz entre naciones que el nacionalismo arraigado", claman sin ninguna verguenza. Como si los alemanes no hubieran disfrutado en el pasado de las bondades del nacionalismo salvaje. ¿Cómo hacerle entender a esta chusma iletrada que sólo minimizando al enemigo, ignorándolo, haciéndolo minúsculo incluso en las noticias, como si en realidad no existiera, es como vamos a acabar finalmente con esos bandidos de las farc que son, como todos sabemos, el único problema que persiste en nuestra gloriosa Patria?
Pero bueno, no soy yo quien para juzgar a aquellos miserables que nunca tuvieron acceso a una buena educación que les enseñara cosas tan simples como que Partido de la U va en mayúsculas y polo democrático en minúsculas. Por fortuna el sistema educativo de la Patria es tan efectivo que sólo el cuarenta por ciento de los niños no tienen acceso a educación secundaria y sólo el 85 por ciento de los jóvenes no tienen acceso a la Universidad. Una nimiedad que será fácilmente remediada con medidas tan extraordinarias como este manual de redacción.
Asi que agradezcamos de nuevo a nuestro buen Presidente esta iniciativa y leámos con entusiasmo este manual que llevará de la mano al periodismo escrito hacia una nueva era de progreso!