Aunque todavía sujetos a un inclemente escrutinio por parte la comunidad científica, los recientes descubrimientos de finos patrones de polarización en el fondo de microondas (el mismo tipo de propiedad de la luz que hace posibles las gafas de sol o los vidrios polarizados), han puesto de nuevo sobre la mesa la posibilidad de escudriñar con sumo cuidado todas las pequeñas variaciones de esa débil señal que nos llega desde las regiones más lejanas del Universo, de exprimir toda la ciencia que nos pueda ofrecer como exprimimos una naranja hasta obtener hasta la última gota de su jugo. El resultado de llevar al máximo este ejercicio bien podría ser el descubrimiento de evidencia contundente a favor de la existencia del Multiverso, en forma de patrones específicos en la radiación que darían cuenta de remotas colisiones entre nuestro Universo (imagínenlo como una burbuja flotando en el aire) y otros universos burbuja. En efecto, así como un detallado análisis de los patrones de polarización ha permitido que un grupo de científicos anuncien con toda la pompa del caso que el Universo se inició con un período de inflación exponencial (algo así como si infláramos un globo de piñata con una potente bomba de aire antes de seguirlo inflando con la sola fuerza de nuestros pulmones), de la misma manera varios grupos de físicos, astrónomos y filósofos se han dado a la tarea de encontrar otro patrón que les permita afirmar más allá de toda duda que el Universo en que vivimos ha colisionado en el pasado con otros Universos.
Poco a poco nos percatamos de que no se trata de un juego de la imaginación o de quimeras de ciencia ficción, sino de predicciones específicas de nuestras teorías que pueden someterse al escrutinio de la prueba científica. Hoy en día, al menos un tipo posible de Multiverso parece estar al alcance de nuestras mediciones: un Multiverso en el que la Gran Explosión no es, como se piensa comúnmente, el inicio del espacio y el tiempo, sino la manifestación del final de la era inflacionaria en esta región particular del Universo. Nuestro Universo observable no sería en este caso sino una burbuja que dejó de expandirse exponencialmente para dar paso a la expansión más pausada que observamos hoy en día, pero otras regiones del Universo seguirían expandiéndose exponencialmente, y en otros lugares donde la inflación también cese, otros Universos burbuja comienzan a existir, causalmente desconectados del nuestro, separados por la increíble velocidad de la expansión inflacionaria. A menos, por supuesto, que dos Universos sucedan lo suficientemente cerca uno del otro para que sus burbujas se encuentren y choquen. Esta colisión de Universos puede dejar una huella en el fondo de microondas (una estructura en forma de disco), y quienes estudian los datos observados se esfuerzan hoy en día por encontrarla.
Otros tipos de Multiverso han sido propuestos. En particular, Max Tegmark, del Massachusetts Institute of Technology, postula la existencia de cuatro tipos diferentes. No entraré aquí en los detalles (en parte porque no los entiendo todos), pero me queda espacio para mencionar otro tipo de Multiverso: el que se origina a partir de la formulación de Feynman de la mecánica cuántica, de acuerdo con la cual nuestra línea de tiempo es una superposición de todas las historias posibles desde el inicio del tiempo. Cada una de estas historias existe independientemente y es real, de manera de que hay una historia del Universo, una historia que sucede paralela a la nuestra, en la cual los dinosaurios nunca se extinguieron, y otra también en la que el hombre nunca desarrolló la agricultura, y una más en la que Constantinopla no cayó a manos de los Otomanos, y por supuesto otra, tal vez la más deseable, en la que Álvaro Uribe Vélez nunca llegó a existir. No sé si existan pruebas observacionales de este tipo de Universo, pero si admitimos que la mecánica cuántica es una interpretación adecuada de nuestra realidad, tenemos que estar listos también a aceptar todas sus predicciones, incluida la existencia de infinitas realidades paralelas.
La semana pasada, en la reunión anual de la Sociedad Astronómica Americana, escuché a varios de los exponentes de estas y otras teorías, entre ellos Max Tegmark y Alan Guth, uno de los padres de la teoría inflacionaria, discutir sobre las posibilidades reales de medir otros Universos. El hecho de que académicos de ese porte se hayan dado a la tarea de hablar de estos temas en una de las reuniones más grandes de astrónomos y astrofísicos del mundo significó para mí un feliz campanazo de advertencia: los límites de nuestra razón están todavía muy lejanos, más lejanos aún que los límites físicos que nos imponen las leyes de la física para observar las regiones más remotas del Universo. Tal vez la apuesta más segura que puede hacer la Humanidad para garantizarse un futuro, en cualquiera de los Universos posibles, es la de seguir permitiendo que los hombres se hagan preguntas absurdas.
@juramaga
3 comentarios:
Muy interesante, hay que tener la mente abierta a todo este tipo de ideas, inicialmente podrian parecer absurdas pero la historia ha demostrado que de lo absurdo a lo verificado solo hay un paso, de la misma manera como hace 1000 años se hubiera planteado la idea absurda de que la tierra era redonda o de que no somos el centro del universo. Por cierto hace poco visite Harvard y tengo envidia de la buena por las personas que pueden estudiar en este tipo de universidades, felicitaciones.
Esto del multiverso es un concepto fascinante...wow...te deja pensando, si algo nos ha enseñado la ciencia a lo largo de la historia es q de lo imposible surge lo posible, para la muestra casi toda la tecnología q tenemos hoy en día, en su momento parecía imposible.
A pesar de todos estos avances en el estudio del espacio exterior porque aun seguimos tan lejos de encontrar el origen de la vida en nuestro planeta??
Gracias, Anónimo, por el comentario;)
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