Una nueva noche de juegos, ayer. Creo que el alemán comienza a tomarme algo más de confianza. Se llama Thomas, nació en Polonia y odia este país. Lo siento por el, porque su novia, la Nicole, es más gringa que Mickey Mouse y no piensa irse nunca de aquí. Mientras tanto yo sigo esperando que llegue alguien con quién pasar un buen rato. A veces los fines de semana se hacen un poco largos. Ya he dicho que la gente aquí no sale a la calle. Es un poco aburrido.
Lo de Chile me entusiasma, pero aún no sé si iré. El viejo Ron Allen ya ha firmado el papel, sólo tengo que dárselo a la gente de viajes, pero esperaré hasta el lunes, cuando tenga noticias de la U. ¿Y mientras tanto qué? El cumpleaños de Gerardo es mañana. Espero pasar un buen momento allí, pero de nuevo seré el único sin pareja. ¡Carajo! Es un poco aburrido a veces. Creo que por lo pronto la única compañia segura con la que cuento es la de Jean Valjean, allá en el París de las revoluciones.
Aún sin respuesta de Leiden, no sé que será de mí en unos meses...
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