Acabo de percatarme de que mi versión electrónica de Les Miserables ha sido miserablemente mal copiada por unos miserables piratas virtuales, de tal suerte que la versión está incompleta. ¡Miserables! ¡Miserables incompletos!
Eso me pasa por confiar en versiones gratis bajadas de la red. Habría hecho mejor comprándome el libro de papel, que además de estar completico, conserva para el lector el ortodoxo placer que produce sentarse en un cómodo sillón y leer una buena version impresa. Eso me pasa por ser calabaza.
Lo peor es que ya llevaba leída la mitad de la obra y ahora me doy cuenta de que me he perdido esos pequeños capítulos que Victor Hugo solía escribir con el único propósito de darle a la historia esa característica única de realidad que sólo alguien que conociera París como la conoció Hugo podía darle darle. Eso me irrita demasiado; nada peor que perderse los detalles que verdaderamente enriquecen el transcurrir de los acontecimientos importantes. En fin...
Pues si, tuve la entrevista con el Dr. H. ¿Qué decir al respecto? Bueno, pues fue una charla amena en la que gradualmente fui perdiendo los nervios hasta que terminé hablándole con completa sinceridad al Dr. H y a su misterioso compañero, cuyo nombre nunca pude entender. Preguntaron de todo un poquito, y yo también les pregunté alguito: Que cómo es la vida en Leiden, que cúanto cuesta la vida, que de qué se trata el proyecto, que esto, que lo otro. En fin, ahora el hombre entrevistará a otros cuantos y tomará una decisión. Ya veremos.
Hoy vi Million Dollar Baby. Creo que me abstendré de emitir una opinión al respecto. Gracias a Daniel Camilo por dedicarme un día de su diario.
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