miércoles, junio 15, 2011

José Obdulio es Richelieu


Ahora que el ilustre y versado José Obdulio ha dado en comparar nuestra intrigas políticas con los hechos históricos de Francia, y ahora que este magnánimo exponente de la corriente de pensamiento basada en la mano firme y el corazón grande, quiere convertir al cuestionado y (condenado) coronel Plazas Vega en el Dreyfus criollo, condenado injustamente por maquinaciones políticas, es hora de agradecerle por abrirnos los ojos, y demostrarnos que la nuestra es una copia fidedigna de la gloriosa historia de los franceses, sólo que atrasada en los siglos, y estancada en sus sueños caudillistas en medio del absolutismo más barato.

Así es. En la agudísima mente de ese gran pensador que es José Obdulio, somos una Nación que debe regirse con los métodos del absolutismo francés del siglo XVII, con un monarca de poder incuestionable alrededor del cual giran los asuntos e instituciones del Estado como los planetas alrededor del Sol. Allí está el Rey Sol, el Doctor Uribe, sentado en su trono de oro macizo impartiendo sus órdenes con augustísimos gestos de su cabeza, y recibiendo la pleitesía de sus atentos súbditos, mientras los pobres de la calle siguen pidiendo pan, pues no lo tienen, y tal vez una gran dama del uribismo, acaso Lucero Cortés o Marta Lucía Ramírez, se apiade de estos pobres y ordenará, como Maria Antonieta en las vísperas de la Revolución, que si no tienen pan, ¡pues que les den pastel!

Y él, José Obdulio mismo, quien en un principio pensé que quería ser la pluma brillante de Émile Zola, defendiendo con su tinta al injustamente condenado coronel Plazas, se ha erigido más bien en un Primer Ministro omnipotente, en un RIchelieu de los tiempos modernos, coordinando la propaganda del absolutismo, aplastando a los opositores, como Richelieu aplastó a los hugonotes de la Rochelle, y defendiendo la tesis de que, sin lugar a dudas, L'état, c'est Uribe. ¡Cuánta gloria le aportó Richelieu al Reino de Francia, y cuánta gloria nos trae José Obdulio con sus tesis! Tan sólo falta que nuestras tropas, heróicas como las de Napoleón que invadieron Egipto, le den el puntillazo final a los narcoterroristas, antes de que la hecatombe se consume y nuestras fuerzas protegidas de Dios salgan vencidas y humilladas, como el ejército imperial salió de Moscú.

Y si Luis XIV se cansó del Louvre y se fue a gobernar desde Versalles, así mismo nuestro líder se ha apartado de la capital y se ha ido a gobernar desde el Palacio del Ubérrimo, que a falta de bellos jardines cuenta con extensas hectáreas de pastos y ganado, y desde allí sigue dirigiendo los destinos de la Patria, aunque lo nieguen la bigornia comunista y los antiguos aliados que se han vuelto ahora en contra del verdadero monarca y han abrazado la causa del usurpador Santos, a quien deberíamos encerrar en nuestra Bastilla criolla, la cárcel de la Picota, con una máscara de hierro que oculte para siempre sus culpas, sus falsos positivos, y su gobierno, al que los ignorantes han llamado liberal, al no tener otra referencia que los ocho años de absolutismo.

Lamento que José Obdulio se equivoque. Lamento que el mártir judío del ejército francés no se parezca a Plazas Vega, y lamento sobre todo que el absolutismo criollo esté destinado a derrumbarse, como se derrumbó la monarquía milenaria de los Capetos, los Valois y los Borbones de Francia cuando la gente se cansó de tanta payasada. Ojalá le quede a José Obdulio al menos la tranquilidad de haber intentado, de una y mil maneras, hacernos súbditos del miedo.

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