En ocasiones compruebo incrédulo hasta qué punto llega la doble moral y la hipocresía de algunos de nuestros gobernantes. A pesar de que en los últimos días, resignado con la reciente reelección y posesión de Álvaro Uribe, me preparaba para asumir una posición medianamente positiva hacia este gobierno, confiando en que finalmente daría un giro inesperado hacia la búsqueda de la paz, e influenciado también por las interminables conversaciones políticas y de todo tipo que he tenido con Germancho; a pesar de que, como he dicho, me preparaba para mirar con buenos ojos las acciones del gobierno de Uribe, me acabo de encontrar un par de blogs excelentes en uno de los cuales encontré este post que me parece apropiado refereciar por dos razones: una, porque la descripción de la ciudad de Ámsterdam vista por un colombiano me parece interesante, y me encuentro repetido en algunas de las aventuras del autor (advierto, no he usado los servicios ofrecidos en el Barrio Rojo). La segunda razón, que es la misma que de nuevo quebranta mi intensión de hacer las paces con el gobierno que nos rige en Colombia, es la historia que se cuenta hacia el final del post, acerca de una entrevista que ofreció Francisco Santos a la revista Vrij Nederland a propósito del secuestro en Colombia. Lo interesante es que Pachito dio esta entrevista nada más y nada menos que en uno de los numerosos coffee shops de la ciudad de Ámsterdam (¿sería el mismo a la entrada del cual Magda se desvaneció en mis brazos hace algunos meses?), mientras, muy tieso y muy majo, se fumaba un bareto que, a juzgar por la fotografía, era de los de cinco euros.
¿Es este inerme Pachito, con ojos en las nubes y cahcito de marihuana entre los dedos el mismo Pachito vicepresidente de un gobierno que mantiene una visión tan retrógada con respecto a la penalización de la dosis personal de marihuana? ¿Es este el mismo señor que secunda un gobierno de cero tolerancia frente al cosumo y tráfico de drogas en el mundo? Pues sí, sí es, el mismísimo Francisco Santos que Pablo Escobar secuetró en 1990. Al igual que el autor del mencionado post, me hago la pregunta de hasta dónde nuestros gobernantes van a ir en contra de sus propias costumbres y convicciones pasadas con tal de seguir unos ideales absurdos que nos quieren imponer a todos.
Amanecerá y veremos...
1 comentario:
Ah, Pachito. Sus coetáneos de la universidad de los Andes lo recordamos mucho. Cómo era de chévere, con esa irrefrenable gana de bailar sobre alguna mesa en Andrés Carne de Res, elevadito con una "linea de hit" de perica o con un cachito de yerba. Hasta se bajaba los pantalones. Y hay decenas de colombianos (uribistas hasta ahora, o hasta hace poco) que se dieron cuenta de su conducta poco edificante de ebrio disipado y putañero en Buenos Aires el día del cincoacero contra Argentina, tanto en el estadio como en el hotel. Ah, pachito. Pero los ídolos colombianosde hoy no son objeto de escrutinio.
Publicar un comentario